El fin de una era
Como nunca hoy nos enfrentamos a una segunda vuelta presidencial distinta a lo que nuestras elecciones nos tenían acostumbrados; nunca desde el retorno de la democracia había sido tan incierto el ganador de la carrera presidencial. Sin embargo, una cosa es cierta, lo que inclinará la balanza a favor de un proyecto u otro, es la participación de la ciudadanía, la cual, como es costumbre, determinará quien se queda con la máxima magistratura del país.
Por eso es tan importante no restarnos de esta elección, sobre todo porque es un acontecimiento que marca el final de los últimos 30 años de nuestra república. Por primera vez los dos conglomerados que nos han gobernado y han sido el sostén de nuestro poder político quedan fuera de una segunda vuelta. Pero no solo eso, estas fuerzas políticas parecen quedarse fuera de la elaboración del proyecto de sociedad que Chile debe elegir para su futuro.
El “Estallido Social” sin duda es un hito para la historia política de nuestro país, el cual marca el final definitivo del periodo post dictadura. Y en esta nueva etapa, nuestro elector ha demostrado su volatilidad y sus deseos de buscar cambios, sin lo que parece ser las lealtades de antaño. Por eso en poco más de un año pasamos de votar por un margen gigantesco a favor de una nueva constitución, a darle la primera mayoría de la primera vuelta a un candidato que siempre rechazo ese proceso.
Sin duda alguna, esta segunda vuelta vendrá a confirmar si al final del día el elector chileno en estos tiempos inciertos es más adverso al riesgo o prioriza la sensación de estabilidad. Por eso es trascendental que ojalá la gran mayoría de nosotros nos volquemos a las urnas para que esa decisión sea el resultado de la voluntad general más robusta posible.
Finalmente, pase lo que pase, el próximo gobierno va a tener que enfrentar una situación económica compleja; marcada por el alza del costo de la vida, y el posible fin de las ayudas sociales de la pandemia. También deberá surcar el debate que se dará en torno al plebiscito de salida de la Convención Constituyente (donde cada candidatura a priori parece tener una postura distinta). Además, gane quien gane, el balance de fuerzas legislativas le impedirá poder contar con los votos necesarios para impulsar un proyecto refundacional, sin contar con el apoyo de la oposición.
Por lo tanto, sin duda alguna los próximos 4 años serán una prueba necesaria para nuestras instituciones, que deberán demostrarle a la ciudadanía que, ante procesos de cambios, de incertidumbre, y ante incluso la sensación de polarización, la estabilidad de nuestro marco institucional va a (y debe) seguir prosperando. Ya que si nuestros país quiere ser considerado como una república seria, debe tener una institucionalidad que soporte cualquier proyecto de gobierno que la ciudadanía escoja como la hoja de ruta de esta nueva era política que está viviendo Chile.
Cientista Político Magister en Política Públicas de Universidad de Chile, Docente Universitario, Director Administración Pública Advance USS.