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La legitimidad y el plebiscito

En los últimos días, hemos leído y escuchado a varios rostros de la política cuestionar el plebiscito, apuntando a la escasa participación que podría tener por el temor que provoca un posible contagio de corona virus. Sin ir más lejos, la Senadora Van Rysselberghe opinó que “estamos en un escenario en el que el Plebiscito empieza a carecer de legitimidad (…) donde probablemente va a haber muy baja participación porque la gente no va a querer contagiarse”.

Frente al plebiscito, existen dos posiciones que utilizan la legitimidad como caballito de batalla en la discusión. Están quienes lo ven como un espacio legitimador de la política nacional, y quienes como la senadora, buscan “deslegitimar” este espacio utilizando la (poca) participación como argumento.

En el caso de Van Rysselberghe es un argumento complicado, pues pone en una situación muy peligrosa a todo el sistema político y lo hace depender de la participación electoral para llegar a ser, mantenerse o convertirse en un sistema legítimo. No esta de más aclarar que ella es senadora gracias a un 27,87% de los votos “válidamente emitidos”, pero solo obtuvo un 13, 64% de los potenciales votantes. ¿Supera la Senadora su propio estándar de legitimidad?

En otra vereda están quienes ven el plebiscito una herramienta legitimadora. Probablemente en alguna medida tengan razón, pues siempre será positivo –en mi modo de ver- el avance hacia una democracia más directa y participativa, pero no podemos olvidar que los plebiscitos en Chile no se han desarrollado en momentos particularmente democráticos, ni limpios, ni seguros, ni transparentes. No digo esto para descalificar estos procesos, si no para aclarar que me parece que son solamente una herramienta. Esta herramienta ha sido utilizada por distintos personajes de la historia y para distintos motivos, todos siempre sumamente trascendentales para la vida política del país.

Por todo lo escrito, creo que para clasificar al plebiscito como legitimo o no, basta apegarse a la definición de la RAE, que nos indica que lo legítimo es aquello “conforme a las leyes”. Es decir, si el plebiscito se desarrolla dentro del marco legal existente, será un plebiscito totalmente legítimo.

Cuando Morgenthau escribía sobre la política internacional, decía que los actos “la ética política los juzga según sus consecuencias políticas”. Me parece pertinente traer a colación a este pensador pues con el plebiscito podría pasar algo similar. Será lo que salga de este momento histórico lo que determine su legitimidad.

La discusión interesante, es la que debería tomarse la prensa pronto y tiene relación con el contenido que le da sustrato a la batalla por el apruebo o el rechazo. Es entendible que aquellos conocedores del marketing electoral, insistan en mantener el debate sin tener que explicar las consecuencias de cada postura, pero lo cierto es que la legitimidad del plebiscito se juega justamente en sus consecuencias.

Simon Cifuentes

Cientista político (c) Magíster en comunicación política

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