La Abstención y el Establishment
Las últimas elecciones dejaron una abstención en torno al 65%, lamentable pero no sorpresivo. En Santiago, según datos del SERVEL, la participación alcanzó apenas el 22,34%. En Providencia disminuyó prácticamente en siete mil la cantidad de votantes con respecto a la última elección, casi todos -a la luz de los resultados- votantes de la NM y/o de Josefa Errázuriz, lo que le permitió a Matthei ganar con incluso menor cantidad de votos que los que había obtenido Labbé al ser derrotado en el 2012.
La abstención es un fenómeno que no tiene vuelta desde que se aprueba la inscripción automática y el voto voluntario. Mientras se legislaba al respecto, se argumentaba que los candidatos y los partidos debían, en este nuevo escenario, ir a buscar y motivar la participación de quienes se negaban a participar. Lo cierto es que no pasó. Siempre se supo, y hay mucha literatura y ejemplos al respecto, que quienes participan son las personas de mayores ingresos y mayores estudios, quienes sienten que se juegan algo en cada elección(Anduiza y Bosch, 2007). Recientemente tuvimos los “encuentros locales” y los “cabildos” para ejemplificar quienes son los que participan en nuestro país, y la literatura tenía razón, las comunas más acomodadas lideraron el número de encuentros.
Desde mi punto de vista será bastante estéril la búsqueda de un aumento importante en la tasa de participación, el regreso del voto obligatorio es totalmente inviable desde el punto de vista político y los partidos no se quieren hacer responsables del problema porque se encuentran cómodos, hasta ahora.
Los partidos políticos no van a generar mayores incentivos a la participación con candidatos como Piñera o Lagos, la candidez de Isabel Allende esta lejos de movilizar a alguien y por Ignacio Walker seguramente se moverían los Walker.
La elección de Jorge Sharp en Valparaiso es, sin duda, un llamado de atención a la clase política, pero mayormente a la Nueva Mayoría. Aunque el triunfo del candidato del Movimiento Autonomista es inapelable, no provocó grandes movimientos en cuanto a las cantidades de votantes en Valparaiso. Sin ir más lejos, en el puerto la cantidad de electores disminuyó en prácticamente 160.000 votantes con respecto a la elección anterior. Pero hay que poner atención en un detalle. La candidatura de DJ Méndez no motivó a sus propios electores, sus adherentes no alcanzaron el 7% del total de potenciales votantes, lo que quiere decir que la Nueva Mayoría no fue a votar por el cantante.
Cuando la participación es tan baja, movilizar las huestes propias es un mínimo para poder competir. Lo sabe Josefa Errazuriz en Providencia, que disminuyó su votación, casi exactamente en la cantidad que aumentó la abstención en su comuna.
Volviendo a Valparaiso es importante marcar un hito en la campaña de Jorge Sharp; la renuncia de la ex Ministra Paula Quintana al partido socialista para apoyar al candidato autonomista. Sin querer quitarle el mérito que tiene la campaña entera de Sharp, es altamente probable que Quintana haya movilizado a una cantidad importante de militantes que acostumbran votar, pero se negaban a votar por un candidato como Méndez.
Las lecciones que se puedan sacar de la elección en Valparaiso son importantes de cara a unas presidenciales que no convocarán a más del 40% del electorado.
Mientras Piñera logra un aglutinamiento importante en la derecha, más allá de apariciones como las de Ossandón o Kast, en la Nueva Mayoría existe una dispersión inmensa debido a que los candidatos no logran movilizar a sus propias bases. Este hecho se verá incrementado en las elecciones debido al fracaso electoral en las municipales, donde los candidatos del establishment perdieron estrepitosamente, y lo que se había adelantado como el “síndrome del pato cojo” para el gobierno, terminará siendo una anarquía en la campaña presidencial ya lanzada.
La izquierda, liderada por el Movimiento Autonomista y Revolución Democrática, tiene la posibilidad de replicar el fenómeno de Paula Quintana y Jorge Sharp en la campaña presidencial, puede demostrar a través de la fuga de figuras y líderes de la Nueva Mayoría que hay más cartas, y sobre todo que estas cartas son viables. Si bien es cierto, ni Jackson ni Boric están en condiciones de asumir una aventura presidencial, una alianza con un personaje como el de Atria, generaría de manera automática algo más que una candidatura testimonial.
Históricamente en Chile a la Izquierda le ha costado ponerse de acuerdo, pero probablemente nunca había tenido resultados como los que ha tenido en la elección de ayer y en la última parlamentaria. Es de esperar que los jóvenes líderes de la izquierda actual, tengan la capacidad de sincerar a los militantes y las bases socialistas y comunistas que se niegan a votar –y mucho menos trabajar- por Lagos, porque con eso basta para ser competitivo en unas presidenciales donde movilizar a nuevos votantes será muy difícil.
Cientista político (c) Magíster en comunicación política