Más Poder para las Regiones
Corría marzo del año 2018, y muchos celebrábamos que por fin se pondría termino a la figura del Intendente, dando nacimiento al nuevo cargo de elección popular; el Gobernador Regional. Este era un paso necesario, ya que durante décadas la máxima autoridad de las regiones era designada a dedo por nuestra capital. Con esta nueva figura, por fin podrían ser los habitantes de los territorios quienes determinaran quien sería él o la encargada de dirigir las riendas de su futuro.
Sin embargo, esta nueva elección, abrió una caja de pandora para nuestro sistema político, quienes estaban acostumbrados la dependencia del Intendente hacia el gobierno central, y aun cuando también se crea la figura del “delegado presidencial” (quien será la máxima autoridad de gobierno en las regiones), el cargo de gobernador ciertamente les viene a desordenar el naipe político al que estaban acostumbrados. no solo eso, sino también existió un claro desinterés del gobierno central, de ir perfeccionando y mejorando el rol del Gobernador Regional, ya que no querían darle demasiado poder a esta nueva autoridad.
Ante eso, los meses que prosiguieron a la promulgación de esta ley, han estado marcados por constantes jugarretas y presiones políticas, donde todos los bandos se han visto más interesados en dejar al gobernador regional como un traje a la medida de los partidos políticos, más que dotarlo de potestades que lo conviertan en una figura potente para ayudar a solucionar las temáticas regionales. Demostrando el claro desinterés de nuestro sistema político de darle más poder de decisión a las regiones.
El miedo a tener gobernadores de oposición, y de que este cargo sea una catapulta política para otras elecciones como las senatoriales o incluso la presidencial, han generado meses de una letárgica discusión que se centra en los intereses partidistas más que en los intereses ciudadanos. Llevándonos a desaprovechar a tremenda oportunidad de descentralización que presentaba la creación de este nuevo cargo
El más reciente capitulo en esta novela ha sido la intención del gobierno, y algunas figuras del oficialismo de querer aplazar aún más la ya pospuesta elección, bajo el argumento de que sus competencias, pero por sobre todo sus inhabilidades (quien puede postular), aun no están lo suficientemente depuradas.
Ciertamente este último punto no deja de ser frustrante y vergonzoso, ya que nuestro poder político tuvo el suficiente tiempo para poder robustecer estas figuras y sus inhabilidades, sin embargo, debido a su claro desinterés en las temáticas de descentralización, hoy que se ven con el tiempo apremiado, buscan aplazar el legítimo anhelo regional de poder elegir su máxima autoridad por medio de los sufragios. Todo esto basado en las clásicas decisiones partidista y apetito político, que solo está dispuesto a entregarle el poder a las regiones, solo cuando ellos sienten que pueden obtener beneficios a cambio.
El asqueroso centralismo de nuestro país, parece no querer ceder ningún ápice de su poder, y aun cuando claramente la elección de gobernadores es solo la punta del iceberg, es un paso vital en la larga batalla por la descentralización. Ya que, por ejemplo, con una figura de gobernador regional en ejercicio, la triste polémica entre el Intendente, el Vocero de Gobierno y el Ministro de Salud de hace un par de semana habría sido distinta.
Cientista Político Magister en Política Públicas de Universidad de Chile, Docente Universitario, Director Administración Pública Advance USS.