¿Se puede implementar el voto electrónico en Chile?
El llamado a consulta pública realizado por el Servel, bajo el nombre de “Estudio Comparado de Tecnologías para el Voto Electrónico” en el mercado público, motivó a que empresas propongan propuestas, estudios y/o alternativas en el ámbito de la implementación de esta innovación en el proceso electoral, generando un impacto en el mundo académico, donde expertos se han manifestado a favor y en contra de la posibilidad de integrar esta medida.
El mundo actual ya no puede negarse a la irrupción de la tecnología en todos los ámbitos de la vida cotidiana. En el caso del Estado, era cosa de tiempo para que aparecieran nuevos conceptos que aludieran a la integración de elementos tecnológicos que faciliten la administración pública. El e-government o gobierno electrónico aparece como eje central de la modernización de la organización estatal para que aumente la eficiencia de los servicios públicos y la relación entre éstos y la ciudadanía o empresas. Sin embargo, la implementación de esta tecnología se torna más delicada cuando se trata del proceso electoral de una democracia participativa.
Si bien el Servel solo ha mostrado indicios de que exista la oportunidad de adoptar esta medida, es necesario hacer una distinción al respecto. El denominado voto electrónico que se está discutiendo solo hace hincapié a la implementación de un aparato tecnológico al momento de realizar la votación presencial, para que facilite el trabajo estadístico, el conteo de votos y la posterior auditoría. Por lo tanto, no incluye votos emitidos por smartphone ni por internet, que a pesar de que no se descartan, la experiencia internacional nos demuestra que nos falta pulir muchos aspectos para llegar a esa etapa.
Ventajas del voto electrónico
Las ventajas del voto electrónico se encuentran, fundamentalmente, en la reducción de recursos humanos necesarios para el proceso eleccionario. En la última elección presidencial fueron 42.890 mesas las habilitadas para sufragar (Servel, 2017), en la cual el capital humano juega un rol fundamental con cada vocal de mesa. Así mismo, éstos al ser elegidos de forma arbitraria y sin mayor capacitación para su funcionamiento, generalmente provocan confusiones en el proceso, mayoritariamente en la etapa de conteo de votos y en actas descuadradas con errores de suma. Además, facilita enormemente la eficiencia y la rapidez de la resolución de la elección.
A pesar de tener estas ventajas, algunos académicos se mantienen distantes al hecho de utilizar maquinarias y software en su totalidad. Esto se debe a la posibilidad de que éstas sean manipuladas por terceros para viciar el proceso electoral, por lo que sostienen que el sistema que implementarían en un futuro obligatoriamente debe entregar un comprobante al votante para que rectifique su voto válidamente emitido. Luego de esto, su voto tendría que ser depositado en una urna, tal como la votación tradicional, pero con un código que ayude a contrastar los resultados con los del sistema tecnológico y verificar, mediante un esquema estadístico predeterminado, si los votos emitidos corresponden a los de la papeleta (Hevia y Kiwi, 2018). Esto ayudaría a levantar datos estadísticos con mayor precisión y rapidez, mitigando las dudas de una posible intervención en los comicios.
Un cambio en el sistema de votación podría cambiar drásticamente todo el sistema de elecciones. Sin embargo, no necesariamente debe tener una connotación negativa. Si bien no poseemos la experiencia internacional para implementar el voto electrónico por internet (lo que sin duda ayudaría en el problema de abstención) sí podemos promover que la gente ejerza su derecho a sufragio en cualquier local de votación. Con este nuevo sistema podría no ser necesario presentarse en una mesa predeterminada, incorporando la flexibilidad de votar en cualquier lugar del país.
Desventajas del voto electrónico
Los principales detractores de este método sostienen que los pilares de un sistema democrático estable necesita asegurar la transparencia del proceso, la integridad de una elección y el voto secreto (Busaniche, 2018). Al utilizar el voto electrónico, se deja en mano de los técnicos informáticos el proceso electoral en vez de a la ciudadanía, como ocurre con el método tradicional. Esto provoca el sentimiento de inseguridad y baja los niveles de confianza en el proceso, por temor a la vulnerabilidad que pudiese generar la corrupción o la falta de transparencia y probidad. Además, es necesario recalcar que a nivel internacional ya hay varios cuestionamientos en los países que poseen voto electrónico.
A la desconfianza y el miedo por implementar este proceso se le suma la controversia de si el voto es realmente secreto. Para ejemplificar, el funcionamiento tecnológico de las empresas bancarias que utilizan en sus cajeros automáticos básicamente identifican a la persona para que nadie más pueda operar en su nombre, enfocando su sistema de seguridad en verificar su identidad. Sin embargo, el sistema electoral debe asegurar totalmente lo contrario, por lo que nadie debe conocer la identidad del votante y aun así lograr que los votos sean válidamente emitidos.
Los costos de este nuevo acto eleccionario también pueden ser muy elevados, dado que la digitalización implica tener un software y adquirir las maquinarias especializadas para todos los locales de votación. Además, agrega la necesidad de requerir servicios de técnicos y especialistas que supervisen el correcto funcionamiento de los aparatos tecnológicos. Está de más mencionar que existe la posibilidad de entregar nuestro proceso de elecciones a una empresa privada, con todos los pros y contra que involucra esta decisión.
Por otra parte, un factor preponderante en la implementación de este sistema de votación es el proceso legislativo que conlleva. Primeramente, solo el Ejecutivo tiene la facultad exclusiva de la iniciativa de este tipo de proyecto de ley, además de necesitar un quórum en el parlamento para que ésta sea aprobada. Naturalmente, las negociaciones en el ámbito político serán fundamentales para que la mayoría de los congresistas apoyen una iniciativa en específico, más aun si ésta proviene del gobierno cuando algunos tienen la calidad de oposición, por lo que lograr un consenso será primordial.
Experiencia internacional
Son pocos los países que han innovado con el voto electrónico. Brasil, Venezuela e India son los países que lo han instaurado en la totalidad de su territorio. Estados Unidos, Estonia, Bélgica, y Filipinas lo utilizan en ciertas zonas. Países como México, Colombia, Guatemala, Canadá, Panamá, Ecuador, Francia, España, Japón, Kazajistán, Australia, Perú, Emiratos Árabes Unidos, Noruega, Rusia, Suiza y Nambia estudian la implementación de este tipo de votación e incluso algunos lo han probado en algunos comicios. Por último, Alemania, Holanda, Irlanda, Reino Unido y Finlandia son los países que tienen prohibido la utilización de este método ya sea por costos, factores técnicos e incluso por ser definido como inconstitucional, como en el caso de Alemania.
El caso de Holanda es uno de los más emblemáticos, dado que se adoptó este sistema en 1965 con diferentes intensidades a lo largo del tiempo, pero desde el 2008 volvieron al voto tradicional de papel y lápiz por el temor de que fallase el proceso electoral. En el caso de EE.UU, las últimas elecciones presidenciales han estado en cuestionamiento por la supuesta intervención rusa en el sistema electoral mediante los denominados “hackers”. Por su parte, la empresa proveedora del sistema de voto electrónico Smartmatic utilizada en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela en 2017, realizó una demanda por la manipulación de un millón de votos, la cual fue totalmente negada por el gobierno venezolano.
Métodos de implementación
La máquina de Grabación Electrónica Directa es un método en el cual la preferencia se marca en una pantalla digital y esta es procesada por la máquina, posteriormente otorgando al votante un resguardo del voto emitido. Esta modalidad se utiliza en EE.UU, India, Venezuela y Brasil.
Otro método es la utilización del voto electrónico en papel, en el cual la persona vota de forma tradicional pero mediante un escaneo óptico digitalizan la elección y facilita enormemente el recuento de votos. Además, el voto electrónico por internet se ha instaurado en algunas ocasiones en comicios de países como Suiza, Estonia y Reino Unido, pero sin poder implementarla ni adaptarla a plenitud.
Luego de conocer los detalles del costo de implementación de este sistema de votación, la respuesta de si Chile puede integrarlo como medida recae en un rotundo sí. Sin embargo, hay que converger en que no influirá demasiado en nuestra problemática actual de la abstención en el país, ya que estamos lejos de poder implementarla por internet. En consecuencia, adoptar este sistema nos ayudaría principalmente a levantar estadísticas y agilizar el proceso de conteo de votos, pero pagando el costo asociado de temer por la vulnerabilidad de ser manipulado. La alternativa de generar un esquema estadístico predeterminado, similar al de la muestra de un universo, podría ser la opción más factible para luchar en contra de la manipulación, por lo que efectivamente podríamos sumergirnos progresivamente en la realidad del e-government, con los cuidados y precauciones que implica un proyecto de ley que cambie profundamente el proceso electoral de nuestro país.
Estudiante pregrado de Ciencias Políticas y Gestión Pública, Universidad San Sebastián, Concepción.
Presidente Centro de Alumnos 2017-2018. Premiado con Excelencia Académica.